ALTERNATIVAS DE DESARROLLO
ACTIVIDAD 10.
EJEMPLO 1.
ORGANIZARSE PARA EL EMPODERAMIENTO ECONÓMICO DE LAS MUJERES
Acceso a los recursos y principios
para el cambio
Resumen: En el Foro AWID 2012, JASS organizó la sesión en profundidad “Acceso y control
de los recursos: Procesos de organización para el empoderamiento económico de las mujeres”.
El siguiente artículo presenta algunas de las principales ideas que se discutieron como forma de
ampliar la comprensión del acceso y control de los recursos desde un análisis del poder y los
derechos. Un ejemplo de estas dinámicas de poder es el caso de Guatemala, donde la lucha de
las mujeres indígenas y sus comunidades por obtener reconocimientos, derechos y recursos se
encuentra amenazada por las industrias mineras. Por último, JASS comparte algunos principios de
cambio en la lucha por el empoderamiento económico de las mujeres y para crear alternativas que
mejoren la vida y promuevan la reciprocidad, la justicia y el bienestar de las personas y el planeta.
Panorama General1
“Empoderamiento... es el proceso mediante el cual
aquellas personas a quienes se les ha negado la
capacidad de adoptar decisiones de vida estratégicas
adquieren esa capacidad.” — Naila Kabeer
“...el empoderamiento refiere a diversas actividades,
desde la autoafirmación individual a la resistencia,
protesta y movilización colectivas que cuestionan...
las relaciones de poder... El empoderamiento... es
un proceso orientado a cambiar la naturaleza y
dirección de las fuerzas sistémicas que marginan a
las mujeres...”—Srilatha Batliwala
El acceso y control de los recursos tiene que ver
con el poder. Actualmente, la pugna feroz por
controlar y explotar los recursos, desde la tierra y
los bosques a la tecnología y el ADN humano, es
una pugna por el poder. Las aparentemente micro
luchas de las mujeres por acceder y controlar los
recursos cobran forma en las dinámicas “macro”
que tienen lugar en el hogar, la comunidad y en
los ámbitos nacionales y mundiales. Organizarse
para el empoderamiento económico de las
mujeres implica comprender cómo opera el
poder en todas esas esferas y transformarlo para
lograr fines más justos y democráticos. Ello
incluye ampliar nuestros conocimientos sobre
acceso y control de los recursos desde un análisis
del poder y los derechos. Implica también
identificar y aprender de las estrategias de las
mujeres que utilizan y aprovechan muchos tipos
de recursos para crear alternativas que mejoren la
vida y promuevan la reciprocidad, la justicia y el
bienestar de las personas y el planeta.
¿Qué entendemos por recursos?
“...no sólo recursos materiales en el sentido
económico más convencional del término, sino
además los variados recursos humanos y sociales
que sirven para aumentar la capacidad de adoptar
decisiones.” — Naila Kabeer
Se tiende a pensar que los recursos tienen
que ver con el dinero o los bienes económicos.
Nosotras los entendemos como un espectro
amplio de bienes tangibles e intangibles
esenciales para traducir el acceso en poder
de decisión y cambio. Esos recursos incluyen
cosas económicas y políticas concretas:
dinero, financiamiento, crédito, empleo, tierra,
posesiones, herramientas, equipamiento,
fertilizantes, asistencia médica, agua y demás
recursos naturales, tecnología, educación,
información, alimentos, vivienda, protección
policial, servicios jurídicos, representación
política; e incluye también cosas intangibles
como: tiempo, seguridad, bienestar, redes
políticas y capital social, credibilidad, confianza
en sí misma, creatividad, organización,
amistades, entretenimiento, amor, etc.
8 • AWID 2013
¿Qué entendemos por acceso y
control?2
Acceso: la oportunidad de hacer uso de algo/
recursos para un provecho mayor. El acceso reflejará
las pautas y normas que rigen la distribución y el
intercambio en distintas esferas institucionales.
Control: la capacidad de decidir o definir cómo y
con qué propósito será usado, e incluso para imponer
esa definición a otros. En otras palabras, otro vocablo
para “control” podría ser poder, y el poder puede ser
positivo o negativo dependiendo de su propósito.
Mitos comunes sobre el acceso: muchas
iniciativas y políticas para mejorar el acceso de
las mujeres a los recursos se abocan a poner un
recurso a disposición de las mujeres y mejorar la
así llamada “igualdad de oportunidades.” Este
tipo de enfoques generalmente no logra remediar
la discriminación, pues debido a desventajas
históricas y las normas sociales, no todas las
personas gozan de la misma situación para
aprovechar determinada oportunidad.
¿Qué entendemos por poder?
Detrás de los interrogantes sobre desigualdad,
explotación y opresión se esconden las dinámicas
de poder y los privilegios. Definimos poder como
el grado de control sobre los recursos materiales,
humanos, intelectuales y financieros ejercido por
diferentes sectores sociales. El poder es dinámico
y se ejerce en las relaciones sociales, económicas
y políticas entre individuos y grupos y puede
emplearse con fines positivos o negativos.
La mayoría asocia poder con “poder
sobre”; es decir, la capacidad para controlar y
adoptar decisiones por otras/os, con o sin su
consentimiento. Ese tipo de poder puede adoptar
formas opresivas y destructivas, y perpetuarse
con amenazas o el uso de violencia. Sin embargo,
existen otras formas de poder que son positivas.
Poder desde dentro es el propio sentido de sí y
de capacidad de acción; poder con es el poder
colectivo, el poder de las cifras forjado mediante
una causa común y la solidaridad.
Muchas estrategias de incidencia se enfocan en
construir formas visibles de poder sobre, por ejemplo,
leyes, políticas y elecciones. Sin embargo, el poder
sobre opera de maneras menos tangibles que, si no se
lo aborda, hace de cada victoria política una victoria
tenue. El poder oculto opera bajo reglas tácitas,
con negociaciones tras bambalinas y las agendas de
actores e instituciones influyentes. El poder invisible
incluye creencias, normas y valores culturales y/o
religiosos, muchos de ellos internalizados mediante
procesos de socialización.
¿Qué entendemos por
construcción feminista de
movimientos?
La construcción de movimientos es el proceso de
organizar y movilizar una base de apoyo amplia
alrededor de un determinado cambio social,
económico o político desarrollado a lo largo del
tiempo mediante análisis conjuntos, educación y
la construcción de articulaciones. Es importante
distinguir entre las nociones de construcción de
movimientos feministas y construcción feminista
de movimientos (adaptado de Srilatha Batliwala).
La construcción de movimientos feministas es
el proceso que moviliza a mujeres, organizaciones
de mujeres (y sus aliadas/os o defensoras/es)
alrededor de una lucha con metas específicas a la
igualdad de género; por ejemplo, para erradicar
prácticas como la mutilación genital femenina,
la quema de novias, el feticidio femenino, la
violencia contra las mujeres, o para ampliar
la igualdad en el acceso a la ciudadanía (p.
ej., derecho al voto), la tierra o a los derechos
sucesorios, educación, empleo, salud, o derechos
sexuales y reproductivos.
La construcción feminista de movimientos,
por otra parte, podría definirse como el intento
de acercar los análisis feministas y las perspectivas
de igualdad de género a otras agendas y
movimientos. Ejemplos clásicos de esto son
los esfuerzos de muchas feministas por aportar
la perspectiva de género a los análisis, metas
y estrategias de los movimientos campesinos,
laborales, ambientalistas, por la paz y de derechos
humanos en todo el mundo. La construcción
feminista de movimientos puede además implicar
la construcción de movimientos entre mujeres de
agendas o movimientos distintos.
Adaptando las nociones de Naila Kabeer,
Martha Nussbaum y otras, los recursos son
fundamentales para alcanzar derechos e igualdad.
Las mujeres necesitan poder para traducir el
acceso en mejoras reales para su vida y el mundo.
Desafiar las barreras institucionales y sociales que
impiden el acceso de las mujeres a los recursos
es una acción política y riesgosa, y demanda
empoderamiento individual y colectivo y
estrategias de organización como demuestran los
estudios de caso. Dicho de forma simple:
RECURSOS
(precondiciones)
CAPACIDAD DE
ACCIÓN
(poder individual y
colectivo en acción)
CAMBIO, DERECHOS Y JUSTICIA
(mejoras en la condición de las mujeres, su
situación y posibilidades, y alternativas más
justas y sostenibles)
:
AWID 2013 • 9
Siete principios para el
cambio en la lucha por el
empoderamiento económico
de las mujeres3
1. Necesidades y derechos: La organización
para los derechos políticos no debería apartarse
de las necesidades prácticas. En el contexto
de la pobreza, si queremos que las mujeres se
involucren en la política, debemos ayudarlas
a organizarse por el acceso a los recursos
económicos -dinero y bienes- y por la libertad
que ello proporciona.
2. Comenzar con las soluciones de las
mujeres: Como siempre, cuando los estados
renuncian a su responsabilidad de atender
las necesidades básicas de bienestar de sus
ciudadanas y ciudadanos, las mujeres se ocupan
de suplir esa falta. Desde las cooperativas de
ahorro a las redes de cuidados provistos en el
hogar hasta las madres que demandan justicia
para sus familiares, las mujeres están en la
primera línea de todas las luchas por la justicia
social. Su liderazgo, estrategias y demandas
de alternativas sostenibles son diferentes e
importantes. Pese a que la sociedad depende
de este trabajo, esa tarea queda en su mayoría
invisibilizada y sin reconocimiento.
3. Colocar el poder y la política en el
primer plano de los análisis y estrategias:
Las iniciativas para traducir los conceptos
económicos y políticos (incluyendo los
derechos) generalmente lo que hacen es
apenas simplificar la terminología hermética
sin establecer relaciones con los problemas
económicos de la vida real y las realidades
políticas. En muchos casos, estos programas
han perdido la apreciación plena del poder o sus
implicaciones para las estrategias.
4. Comprometer el corazón y la cabeza:
Para un cambio perdurable, las estrategias de
reducción de la pobreza y de empoderamiento
deben ayudar a las personas a comprender y
cuestionar el saber económico convencional y
a identificar las instituciones e intereses que se
benefician de él. Para ello el mejor enfoque es
aquel que permite a las personas comprender
sus propias circunstancias en el contexto de las
normas imperantes y el orden económico.
5. Construir puentes entre movimientos,
ONG y otros grupos: Los movimientos
sociales, así como las ONG, deben tomarse
el tiempo para desmantelar los supuestos
y garantizar una comunicación clara, pues
solemos emplear un lenguaje común sobre el
cambio (desde el feminismo a la justicia racial),
pero que tiene interpretaciones diferentes.
Debemos tener una conversación honesta para
abordar los conflictos y negociar las diferencias
políticas, así como un pensamiento nuevo y
fuentes de financiamiento diversificadas para
superar la competencia por los recursos. Y
debemos enfrentar con honestidad las preguntas
espinosas sobre representación y legitimidad:
en nombre de quién hablamos, y cómo nos
cercioramos de que esas voces ocupen un lugar
central, visible e influyente.
6. Revisar y perfeccionar los conocimientos
sobre los problemas económicos clave y sus
soluciones: Si bien existe una preocupación
entre diversos grupos por el reparto de las
porciones del “pastel”económico, también les
importa poder poner en cuestión los supuestos
que definen el tamaño de ese “pastel” y las
normas que rigen a las personas en cuanto
al acceso a ella (p. ej., políticas de inversión,
normas laborales, bienes públicos, etc.). Es
necesario que examinemos las ideologías que
sostienen a las agendas económicas dominantes
y sus efectos en nuestras decisiones y mensajes
estratégicos y que comencemos a definir
las nociones y principios que dan forma a
la igualdad de género y la justicia en todo
el mundo y que podrían servir de marco a
nuestros mensajes y alternativas en adelante.
7. Revisar las metas de incidencia y puntos
de entrada tradicionales: Ante la escasez
de recursos y capacidades, se torna necesaria
la siguiente pregunta: ¿Cuándo es válido un
espacio político? Algunos espacios políticos,
como la agenda de los ODM y el Banco
Mundial, con sus agendas “precocidas” y
controladas deben ser evaluados y comparados
con la alternativa de espacios de reclamos
políticos para promover los derechos de las
mujeres y los intereses de la justicia económica,
tanto en el sector público como en el privado.4
Otras lecturas:
Página web de JASS sobre derechos
económicos de las mujeres.
“Resources, Agency, Achievements—Reflections
on Measurement
of Women’s Empowerment”
(Naila Kabeer 1999).
Refleja la definición de JASS sobre
“recursos” y las múltiples dimensiones
que inciden en el “acceso”
y “control sobre” los recursos que
hacen las mujeres.
Understanding and Measuring
Women’s Economic Empowerment:
Definition, Framework and
Indicators (ICRW 2011)
Notas:
1. Adaptado de un documento
resumen de la sesión “Acceso
y control de los recursos:
Procesos de organización para
el empoderamiento de las
mujeres” celebrada en el Foro
AWID 2012.
2. Adaptado de Making Change
Happen 3: Revisioning Power
for Justice, Just Associates,
2006
3. Adaptado de Veneklasen,
Lisa y Alia Khan (2012)
“Women’s Movements and
Economic Power: Connecting
the local and the global”
publicado en “Development”,
2012, 55(3), Society for International
Development.
4. Cornwall, Andrea y John
Gaventa (2001), “Power,
Knowledge and Political Spaces
in the Framing of Poverty
Policy”, IDS WP 143; y Gaventa,
John (2006), “Finding
the Spaces for Change: A
power analysis”, en Exploring
Power for Change, Boletín
de IDS 37.6, Brighton, IDS.
10 • AWID 2013
Cuanto más nos acercamos a la mina Marlín, más rastros
vemos de la deforestación y de las cicatrices del mega
proyecto de desarrollo que destroza la tierra.
La mina Marlín es la mina de oro más grande de Guatemala
y representa por sí sola el 95% de las exportaciones de
metales preciosos del país, uno de los más pobres de
América Latina. Es propiedad total de la sociedad Montana
Exploradora de Guatemala, a su vez filial en propiedad
exclusiva de la sociedad canadiense de extracción minera
Goldcorp Inc., cuya sede se encuentra en Vancouver,
Canadá.
En la Mina Marlín se emplea cianuro para separar las
partículas de oro de la roca en un proceso denominado
lixiviación. Ese proceso está prohibido en muchos países,
pero se sigue empleando en Guatemala. Quienes se oponen
sostienen que estos residuos contaminan el agua y los
ecosistemas locales y provoca enfermedades.
La Comisión Pastoral Paz y Ecología (COPAE) y sus
miembros en el movimiento sindical de Guatemala, y las
asambleas indígenas democráticas, estiman que los mega
proyectos de minería e hidroeléctricos son preludio de la
tercera gran oleada de explotación colonial y neocolonial.
Primero llegaron los Conquistadores, luego la gran
apropriación de tierras post-colonial por parte de la
oligarquía neoliberal, la cual impuso grandes plantaciones
de café expulsando a las poblaciones indígenas y forzándolas
a instalarse en las montañas. Ahora llega una globalización
desenfrenada y la estampida hacia el oro.
Las organizaciones indígenas se han visto confrontadas
a una plétora de muertes, asesinatos, acosos, amenazas,
desinformación, hostilidad, sobornos y corrupción por
parte de los poderes públicos y de sus cohortes bajo la
autoridad de la oligarquía.
En lugar de los mega proyectos, los activistas indígenas
reclaman un programa de desarrollo nacional integrado para
revitalizar y resguardar la economía agrícola rural.
En lo que respecta a la extracción minera, exigen controles
más estrictos sobre el transporte y la manipulación de las
sustancias tóxicas; estudios más detallados sobre el impacto
medioambiental; un sistema de seguimiento independiente;
la constitución de un fondo de previsión para catástrofes
y emergencias; verificación transparente de los materiales
extraídos; el libre acceso a la información, y un control
riguroso de los vertidos provenientes de los procesos
industriales de extracción minera.
“Queremos vivir bien, como todo el mundo, por supuesto,”
señala la dirigente de la comunidad K’iche, Lolita Chávez
Ixcaquic. “Pero todavía se puede vivir bien en Guatemala
sin oro y sin minas. Evidentemente necesitamos alimentos,
agua, tierras y ropa. Puedes tener un coche, pero no te
hacen falta diez”.
“Esto es más que una crisis medioambiental, nos
encontramos frente a una crisis de civilización”, advierte.
“Nosotros creemos poder aportar una contribución vital
a este debate: cómo vivir en armonía. No se trata de una
batalla. No hay ganadores ni perdedores. Es la vida lo que
está en juego”.
“Nuestro movimiento es un movimiento democrático y
no violento. Tenemos que conseguir que la comunidad
internacional esté al corriente de la situación. No estamos
solos: 375.000 personas han dicho ‘No’ a la Mina Marlín.
No nos fiamos ni un pelo de esas empresas mineras, habida
cuenta de sus actividades en todo el mundo”.
“Ya han hecho un trato con el gobierno. Eso es ilegal,
injusto, ilegítimo. Es capitalismo salvaje, bandolerismo
económico. Nos mienten una vez más, esta vez en nombre
del progreso y el desarrollo”.
“Nuestro concepto de vivir bien es vivir en armonía con la
naturaleza: el aire, el agua, la energía y la tierra. En nuestra
cultura no se habla del supuesto progreso y desarrollo”.
“Es una nueva manzana de la discordia entre el pueblo
Maya y el Estado. Nosotros tenemos un concepto distinto
del cosmos y de la vida, y ellos están destrozando la relación
entre los seres humanos y la naturaleza. ¿Y que hay a
cambio de eso?”
“La Tierra no nos pertenece. Tenemos que vivir en armonía.
Están violando nuestro territorio. Violan la Madre Tierra y
no hay consulta”.
“Ellos -el Estado, el ejército, las transnacionales y los
grandes propietarios- evitan consultarnos. Se adueñan de las
tierras como si se tratara de su propiedad privada.”
Adaptado del artículo de David Brown para el boletín de
ITUC, junio de 2011, pág. 1-4
EJEMPLO 2.
ACCESO A LOS RECURSOS COMUNES: RELATOS DE ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS DE MUJERES EN INDIA
RESUMEN
Soma K. Parthasarathy, investigadora y activista feminista presentó en la sesión
en profundidad “Reconceptualización del desarrollo, exploración de construcciones alternativas
en todo el globo” durante el Foro AWID 2012. Analizó la relación entre poblaciones marginadas,
incluyendo a las mujeres, y los bienes comunes, en particular el acceso a los recursos naturales.
Se enfocó especialmente en la naturaleza de género de los bienes comunes propiamente dichos,
así como en el impacto de la legislación sobre ellos en la India. Lo que sigue es un resumen de su
presentación, cuya versión completa se encuentra disponible en PDF en awid.org.
Entre toda la legislación vigente sobre los bienes
comunes, Parthasarathy se detiene en dos áreas
de las disposiciones legislativas: la Ley 2010
de Readaptación de Adquisición de Tierras
y Reasentamiento (una reforma a la Ley de
Adquisición de Tierras de 1894) y la Ley 2006
sobre Tribus Desfavorecidas y Otros Pobladores
Tradicionales de Bosques, enfocado en bosques y
pobladores de bosques.
Sostiene que sobre las personas pobres,
marginadas históricamente en función de múltiples
factores (clase, casta, etnia, género), recae una carga
desproporcionada de los efectos adversos de las
políticas y su aplicación (o la falta de aplicación).
Concebido como dominio estatal desde tiempos
coloniales y aun desde antes, las tierras y bosques
abiertos y comunitarios generalmente se pensaron
como dominio soberano, lo que permitía al estado
determinar los límites y normas de acceso, uso y
ordenación de dichas tierras y sus recursos, por lo
común a costa de las comunidades más marginadas
que dependen de ellos.
Efectos
Las políticas agrarias fueron diseñadas en
muchos casos conforme al paradigma de
desarrollo dominante centrado en las políticas
impulsadas por el mercado, la liberalización
y el crecimiento, con cercamientos, desalojos
y extracciones, como forma de llegar a ese
objetivo. Así, aquellas personas para las que
los bienes comunes y sus recursos ofrecen
subsistencia y dignidad y, ciertamente,
reviste importancia cultural y representa una
concepción distinta de la economía/sociedad,
quedan aun más marginadas, obligadas a ganarse
la vida con cualquier medio que ofrezca el
modelo económico.
Pese a que las legislaciones agrarias tienen
seria repercusión en la vida de las mujeres,
su condición y función en el desarrollo, la
perspectiva feminista/de género sigue eludiendo
a quienes formulan y planifican las políticas. Por
ello hasta hace poco el género se ha mantenido
invisible en el discurso sobre la tierra. Además
de los impactos de género de la legislación
estatal, las mujeres y los grupos indígenas, entre
otros, también se ven afectados por la exclusión
perpetuada en las propias comunidades: los
grupos de mujeres y comunidades indígenas
que buscan acceso a los recursos y reclaman
derechos [a los bienes comunes] enfrentan
constantemente las barreras de la exclusión
en las aldeas o la comunidad. Esto lo sienten
más intensamente las mujeres de comunidades
marginales en las sociedades de subsistencia.
No obstante, la Ley de Derechos Forestales
presenta un avance positivo. Esta ley reconoce
los derechos de las mujeres, aunque con un
alcance limitado de derechos como co-titulares
junto al esposo y en relación con otros familiares
varones. Parthasarathy analiza en más detalle
esta problemática en la versión completa de su
presentación, que se encuentra disponible en
línea en PDF.
12 • AWID 2013
Resistencia
Las luchas más amplias por los derechos a la
tierra que llevan adelante las/os habitantes
de bosques y aquellas personas desposeídas
y desplazadas por el proyecto de desarrollo,
aunque representan ostensiblemente los
intereses de las personas, muy pocas veces se
articulan con la perspectiva de género, feminista
y de derechos humanos de las mujeres. Con
frecuencia, también, una vez que el movimiento
cobra visibilidad e impulso, lo que se inicia
como una protesta o demanda de mujeres en
el plano local queda sometido al privilegio
patriarcal, por el cual los varones (locales o
no) retienen el dominio de las posiciones de
liderazgo. Sin embargo, en ámbitos locales, las
mujeres continúan organizando y agitando por
derechos, dignidad y medios de subsistencia,
desafiando tanto al estado/modelo dominante de
desarrollo, como a la naturaleza patriarcal de los
movimientos.
Aunque desperdigados y de escala local,
estos esfuerzos intensos de las mujeres para
movilizarse, hacer oír sus preocupaciones y
negociar temas generaron conciencia y les dieron
visibilidad en las luchas por el ambiente, los
bosques y las tierras y las colocaron en el primer
plano de los movimientos que protestan, por
ejemplo, contra la industrialización, los grandes
diques y la minería. Además de los movimientos,
las mujeres también buscaron incidir e intervenir
en los espacios de planificación negociando
con el Estado y las instituciones locales de
gobierno para garantizar la atención a diversas
prioridades, incluidas las necesidades de
alimentos y subsistencia, y al mismo tiempo,
arrojando luz sobre la interrelación entre los
bienes comunes y sus vidas. Pero a pesar de todo,
todavía resta mucho por hacer. Parthasarathy
señala que pese a las numerosas iniciativas y
luchas de las organizaciones de mujeres de base,
los movimientos de mujeres todavía deben dar
prioridad a un compromiso profundo con las
cuestiones de los derechos de las mujeres en
la esfera del desarrollo y los recursos naturales
como una agenda clave en sus estrategias.
Los movimientos de mujeres deben cultivar
una postura y análisis para desafiar el anclaje
patriarcal de las políticas agrarias y de recursos
naturales, sus procesos y relaciones en la región.
A pesar de los esfuerzos de las redes (como
Development Alternatives with Women for a
New Era (DAWN)), las investigadoras, activistas
y organizaciones feministas (como el Centre
for Women’s Development Studies (CWDS) y
las involucradas en el proceso del Foro Social
Mundial) para reclamar los derechos de las
mujeres a la tierra, la interacción sistemática con
los temas del desarrollo vinculados a las políticas
de recursos naturales para la vida de las mujeres
pobres rurales todavía debe evolucionar. Un paso
reciente en esa dirección es la intervención de un
grupo de economistas feministas en la comisión
de planificación para introducir una perspectiva
de género en ese proceso.
A través de sus numerosas luchas, las mujeres
proponen caminos que pueden conducir a un
desarrollo sostenible, el bienestar y a una vida
digna. Su resiliencia y luchas para reclamar los
bienes comunes y negociar sus derechos a los
recursos para subsistencia y como ciudadanas
en pie de igualdad, aun cuando el establishment
confabula para privatizarlos, es una luz de
esperanza para una visión futura de desarrollo e
igualdad desde una perspectiva feminista.
EJEMPLO 3.
EXPERIENCIAS DE EMPODERAMIENTO DE MUJERES JEFAS DE HOGAR EN INDONESIA
Resumen:
En medio del veloz crecimiento de la economía indonesa, cada año un número
creciente de mujeres rurales se ven repentinamente en la situación de afrontar la subsistencia de
sí mismas y de su familia, padeciendo pobreza y discriminación. En su presentación durante el
Foro AWID 2012, Nani Zulminarni, Coordinadora Nacional para Indonesia de PEKKA (Programa
de Empoderamiento para Jefas de Hogar) y Coordinadora Regional de JASS Sudeste Asiático
citó ejemplos de procesos organizativos y de empoderamiento de mujeres de la comunidad para
romper el ciclo de pobreza y exclusión.
Mujeres y pobreza en la
Indonesia rural
Indonesia tiene una población de unos 250
millones y es uno de los países de crecimiento
más veloz de todo el mundo, donde todos sus
indicadores de crecimiento son positivos y
orgullo del gobierno. No obstante, persisten
grandes desigualdades entre ricos y pobres y
entre áreas rurales y urbanas. El país abrió la
economía a los mercados globales, con enorme
impacto en la vida de las personas. Uno de
ellos es la migración masiva de hombres de las
zonas rurales a las urbanas en busca de mejores
oportunidades laborales y dejando a muchas
mujeres atrás, generalmente en situación de
extrema pobreza.
El programa del gobierno para reducir la
pobreza es insuficiente e inapropiado. Incluyó
primordialmente dos aspectos: la transferencia
de efectivo que termina empléandose para ganar
votos (“política del dinero”), y los microcréditos
que no solo fueron rápidamente industrializados
por los bancos comerciales, sino que promovieron
que muchas ONG actuaran como bancos.
Los hombres habitualmente son considerados
los jefes del hogar, pero existen alrededor de
9 millones de mujeres pobres que cumplen
esa misma función y que no aparecen en las
estadísticas, quedando así excluidas de las
políticas de desarrollo en Indonesia. Está además
el problema del empoderamiento, pues las
mujeres se autoperciben débiles sin un esposo,
inútiles e incompetentes para enfrentar los
cambios de contexto. Existen otros factores
que contribuyen a la pobreza de las mujeres:
por ejemplo, dependen en gran medida de
la naturaleza para alimentarse y alimentar
a su familia. Con el deterioro ambiental, se
tornó dificultoso garantizar la producción de
alimentos.
Dos ejemplos ilustran claramente algunos
de los cambios que repercuten en la vida
de las mujeres. Muchas jefas de hogar en la
Indonesia rural se desempeñan como tejedoras
tradicionales. Acostumbraban a comprar
productos naturales para teñir los hilados con el
dinero que obtenían de comerciar sus productos
en mercados locales. El gobierno comenzó a
introducir hilados industrializados, aduciendo
que ello ayudaría a las tejedoras ahorrándoles
un preciado tiempo (ensamblando productos
con hilos en lugar de tejerlos). Las mujeres
modificaron su forma de trabajo, pero cuando
comenzó la crisis el precio del hilo aumentó y así
se enfrentaron a la pérdida de empleo e ingresos.
Otro ejemplo tiene que ver con los cambios
en el consumo de alimentos. En Indonesia,
la mayoría de la población rural no era gran
consumidora de arroz. Pero en las décadas
de 1970 y 1980 el gobierno implementó un
programa masivo de desarrollo para introducir
plantaciones de arroz en algunas áreas y alentar
su consumo. El arroz comenzó a reemplazar a
los cultivos autóctonos y esto cambió el esquema
de consumo. El problema fue que algunas áreas
no eran aptas para cultivar ese grano de modo
que las personas se vieron forzadas a comprar
a costos más altos en el mercado cuando en
realidad no tenían efectivo.
Las mujeres rurales pobres se convirtieron en
las destinatarias de programas de desarrollo para
14 • AWID 2013
aliviar la pobreza que respondían con políticas
de transferencia de efectivo, microcréditos y
préstamos de dinero. Pero quedaron atrapadas
y dependiendo de otras personas en lugar de ser
independientes y autosuficientes.
Romper el ciclo de la pobreza:
organización y empoderamiento
de las mujeres
¿Cómo hicimos frente a esta situación? Con
PEKKA comenzamos a organizar a las mujeres
y a construir conocimientos colectivos acerca
de aquello que les dificultaba la vida. No solo
se analizó el poder visible de las instituciones
y quienes tienen a su cargo la formulación de
políticas de desarrollo, sino también el poder
invisible, los valores y las construcciones sociales
que colocan a estas mujeres en una situación
muy desventajosa, completamente dependientes
de sus esposos para ser reconocidas socialmente.
Un primer paso consistió en cambiar la
relación con el dinero y romper el ciclo de
dependencia con las transferencias de efectivo
o en el dinero del gobierno que habitualmente
aparece cerca de las elecciones. El pensamiento
inicial de las mujeres fue que eran muy pobres
para ahorrar dinero. Sin embargo, con un
ejercicio de reflexión colectiva surgieron algunas
ideas.
Por ejemplo, algunas le daban dinero a su
familia para comprar comida chatarra como una
solución rápida mientras estaban ocupadas en
el trabajo. De modo que propusieron eliminar
ese gasto. Otra era reducir el consumo de azúcar
en las bebidas diarias y emplear frutas sustitutas
como el coco o el plátano a las que acceden con
facilidad.
También pensaron colectivamente cómo gastar
sus ahorros. Decidieron que dependía de quién
necesitara más de los fondos en determinado
momento. Las mujeres podían tomar préstamos
siempre que pudieran reintegrar la misma suma
en un plazo determinado.
Esas son además posibilidades de
financiamiento para las mujeres que deseen
aumentar su capacidad como productoras.
Esto es importante pues como consecuencia de
distintos programas de desarrollo en las zonas
rurales de Indonesia, muchas mujeres han
dejado de ser primordialmente productoras de
alimentos para convertirse en consumidoras
de alimentos. Los vegetales que cultivan en el
jardín representan ahora apenas una pequeña
proporción del alimento que consumen y el
resto lo compran en el mercado. La clave fue
reinstaurar la noción de que es posible cultivar
nuestros propios alimentos y ahorrar así dinero
para sí y la comunidad. Esto también significó
recuperar los cultivos autóctonos. Por ejemplo,
en el Este de Indonesia, las mujeres de los
proyectos de PEKKA lograron recuperar siete
variedades de sus principales alimentos básicos
para reemplazar el arroz que debían comprar.
Al otorgar y recibir préstamos, las mujeres
rurales jefas de hogar también ponen en
práctica sistemas de liderazgo, democracia y
distribución de poder. Cada socia tiene un voto,
independientemente de cuánto ahorre cada una.
La rendición de cuentas también forma parte del
proyecto, puesto que todas las integrantes deben
informar cómo han gastado el dinero y deciden
en conjunto los planes a futuro. En más del
50% de estos hogares encabezados por mujeres,
las mujeres son analfabetas, aunque el gobierno
declare que ya no hay analfabetismo en el país.
En el proceso de organización, las mujeres
también aprenden a leer y escribir mediante
la enseñanza entre pares. Ello genera más
conciencia sobre la importancia de demandar
derechos y tomar parte en la negociación de las
políticas locales. Además emplean distintos tipos
de medios de comunicación para informarse
entre sí y a la comunidad.
El número de hogares encabezados por
mujeres está aumentando con velocidad. En
muchas aldeas, las mujeres tienen a su cargo
ahora más del 50% de los hogares debido a
que los hombres se trasladaron a otros países o
ciudades para ganar dinero y nunca regresaron.
El aumento de esta cifra incrementa también
su poder de negociación política, incluso en
los sistemas indígenas que solían cercenar los
derechos de las mujeres a la tenencia de la tierra,
por ejemplo. Poco a poco también comienzan a
postularse para cargos públicos.
En PEKKA, sabemos que esto no es la
perfección y que puede parecer en ocasiones
que nos enfrentamos a un enemigo muy grande,
pero tenemos motivos de esperanza. Diez años
atrás comenzábamos en cuatro provincias. Ahora
estamos trabajando en nueve, involucrando a
un colectivo de más de setecientas cincuenta
mujeres jefas de hogar. Aprendimos la
importancia de reclamar derechos y dignidad
y de luchar contra las distintas formas de
opresión. No solo la del poder visible de quienes
formulan las políticas, sino además contra el
poder invisible que excluye a las mujeres de los
procesos de desarrollo.